En la periferia del núcleo urbano original, a unos 500 metros ladera abajo, surgirá un arrabal o ensanche, cuya ventajosa situación -más cerca del valle y en el punto donde confluían diferentes vías que llegaban desde Castilla, Navarra y el Cantábrico- hará que, con el tiempo, absorba toda la población. El trasvase poblacional debió iniciarse en las primeras décadas del siglo XIII, momento en que el registro arqueológico evidencia el abandono de las primeras casas en el poblado de arriba. Este descenso al “llano” continuó durante el siglo XIV y ya para el siglo XV debió haber finalizado con el despoblamiento total del viejo enclave en altura, concentrándose el hábitat en el actual pueblo de Portilla.
El castillo
La iglesia
El poblado